domingo, 6 de enero de 2013

¿A QUË VINISTE?

A QUË VINISTE?


Es fácil perder la memoria en esta tierra. Distraerse con los mil y un artilugios creados por amigos de nuestra misma especie para que la vida pase más rápido y menos concientemente. Pero esa pregunta, incisiva e insomne, revolotea en nuestros oídos como una avispa molesta.
¿A qué viniste? ¿Para hacer qué? ¿Cuál es tu misión?
Y si creías que estabas acá para pasarla bien, la avispita te pica y te recuerda que no es tan así.
Y si creías que la vida es deber y sufrimiento, te invita a volar con ella a un panal lleno de miel donde todo se ve más liviano y diáfano.
Y si creías que las misiones son para otros, te zumba mientras estás durmiendo para que despiertes de una buena vez y te sacudas esa modorra gastada.
¿A qué viniste? ¿A qué?
Y das vueltas en la cama , inquieto, sudoroso, y abrís los ojos en plena noche para encontrarte con ese niño que te persigue. Sí,  ese mocoso del pasado que tenía un sueño, tan intenso y claro, que ahora, en plena noche te enceguece. Pero no porque su cualidad sea la de enceguecer, sino porque tus ojos se olvidaron de lo que es la luz, y se acostumbraron a ir cerrados a tus deseos más verdaderos. Y a tus sueños. Y al anhelo profundo de tu alma.
¿Vas a seguir durmiendo? Te dice con inocente atrevimiento esa niñita que no quiere dormir. ¿No ves todo lo que hay por hacer y a todos los juegos que tenemos que jugar? Y te hace sentir peor que antes.
La avispa, el niño, la niñita... ellos saben.
La próxima vez que se te aparezcan   pregúntales…


Desconozco el autor

No hay comentarios:

Publicar un comentario